Respuesta al amigo Jay Fonseca


Sus palabras cargadas de odio contra la iglesia de Dios deben ser respondidas por causa de los nuestros. Nuestro silencio podría ser interpretado como cobardía, o lo que es peor, como darle la razón a su discurso errado y muy mal intencionado. Callar sería otorgar y permitir que sus perversas palabras causen estragos en la gente temerosa de Dios. Estamos preparados para presentar defensa ante los que demanden razón de la esperanza que hay en nosotros (1 Pedro 3:15).
Insistir en acusar a la iglesia del horrendo crimen que ha estremecido a nuestro país es el acto más cobarde, irresponsable y bajuno que uno pueda imaginar. ¿Por qué tanto odio apreciado amigo? Usted juzga a la iglesia fundamentándose en su propia condición y su experiencia particular. Desconozco las razones que le motivaron a abandonar este Camino. Lo que le puedo asegurar es que tengo suficientes motivos para amar a Dios con todo mi corazón y servirle como parte de Su cuerpo, la iglesia que usted detesta.
Hallar faltas, errores y pecados en la iglesia de Dios es fácil. Son precisamente nuestras imperfecciones las que nos empujan a los pies de Cristo todos los días. Es la misericordia alcanzada la que nos mueve a predicar esta esperanza. Es la conciencia tranquila de los redimidos por la sangre de Cristo la que nos obliga a predicar arrepentimiento para limpieza de pecados. Es la vivencia del nuevo nacimiento el motor que nos impulsa a decirle al esclavo del pecado que no tiene que permanecer en ese camino de muerte. Hemos recibido de gracia y queremos dar de gracia. Nada ni nadie nos silenciará.
Usted sabe muy bien lo que se predica y enseña en nuestras congregaciones. Miles de sacerdotes, pastores y maestros se esfuerzan cada semana para mostrar a todos el único Camino a la vida. Predicamos contra todo tipo de pecado y a favor de todos los pecadores. Todos los días alguien recibe nuestro abrazo, algún consejo, una palabra de esperanza, un bocado de pan, o una ofrenda de amor. Prestamos nuestro tiempo a reír con los que ríen y a llorar con los que lloran. A miles de niños de nuestras comunidades se les lleva el pan de la enseñanza. Cientos de ancianos, enfermos o presos son visitados. Sepa usted que si el gobierno ignorara o menospreciara nuestra labor imponiéndonos una carga contributiva no dejaremos por eso de servir al autor de la vida ni callaremos esta verdad libertadora.
Solo me resta decirle que le extrañamos en este Camino de fe y esperanza. Reconocemos su talento y sabemos que su voz es muy escuchada en nuestro país. Que valioso serías anunciando a Cristo. Considera regresar a tu Casa. Te recibiremos con los brazos abiertos y nuestro Dios estará listo para colocar otro lugar en la mesa. La razón de nuestra prédica es el amor. Ojalá la escuches. Abrazos en Cristo siempre.
Rdo. Ángel A. Rivera Rivera
IDDPMI Arecibo, Pueblo
