Desenmascarando a los domingueros


“Ser o no ser; esa es la pregunta”.
William S.
“La primera impresión es la que cuenta”, dice la gente. ¿No te ha pasado que conoces a personas en algún lugar u ambiente y te causan una buena o mala impresión? Luego, después de un tiempo te las vuelves a encontrar, pero estas se tornan totalmente diferentes. Esto me ha enseñado a no lanzar un pronto juicio sobre aquellas personas.
El punto es que las apariencias engañan. Hay personas llenas de tatuajes pero con más educación que algunos usando trajes de Armani. No todos lo devotos hacen buenas obras, ni todos los ricos son avaros y ambiciosos. Bien dice un dicho popular: “Cuídate de las aguas tranquilas, porque suelen ser las más peligrosas”.
De los que sí te quiero hablarte es de aquellos personajes muy particulares que existen en nuestras iglesias.
¿Conoces a los domingueros?
(También conocidos como transformes) Déjame te los presento:
Son aquellos que los domingos son más santos que el papa y la virgen juntos. “Parecen tan santos”; levantan las manos, cantan, lloran y saludan a todo mundo con una sonrisa como si fueran los príncipes de Inglaterra. Hablo de aquellos que los fines de semana adquieren una nueva personalidad, de tal manera que a los que somos pecadores nos hacen ver como gusanos inmundos. Tanto es el cambio de personalidad que ni su misma familia los reconoce.
La esposa dice: “Y éste de donde tan amable si en casa no mueve ni un dedo para ayudarme”.
Los hijos dicen: ¡A éste papa no lo conozco, siempre está de mal humor y nunca nos abraza!
¿Te recuerda a alguien? Y perdón, si posiblemente te sientas identificado. Los domingueros son aquellos que cuelgan el traje de la semana antes de salir para la iglesia. El traje de las malas palabras, de los gritos, de las ofensas, de las mentiras, de la hipocresía, del abuso verbal y hasta del abusó físico o sexual. Pero al regresar a casa se lo vuelven a poner para continuar una semana más.
Ya Jesús hablaba de ellos: “Los hipócritas”.
25 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque limpiáis lo de fuera del vaso y del plato, pero por dentro estáis llenos de robo y de injusticia.
26 !!Fariseo ciego! Limpia primero lo de dentro del vaso y del plato, para que también lo de fuera sea limpio.
27 !!Ay de vosotros, escribas y fariseos, hipócritas! porque sois semejantes a sepulcros blanqueados,que por fuera, a la verdad, se muestran hermosos, mas por dentro están llenos de huesos de muertos y de toda inmundicia.
28 Así también vosotros por fuera, a la verdad, os mostráis justos a los hombres, pero por dentro estáis llenos de hipocresía e iniquidad.
¿Qué pues, diremos a esto? ¿Nos ofenderemos? ¿Nos incomodaremos, o nos parecerá una crítica? Lo correcto sería que reflexionaremos para cambiar nuestra naturaleza pecaminosa. “Nuestra doble personalidad”.
Mi pastor decía
Mi pastor de la infancia solía decir: “Más vale un sinvergüenza en el cielo, que un hipócrita en el infierno”. Es decir; que es preferible ser sinvergüenza delante de Dios y pedirle perdón todos los días arrepintiéndonos constantemente, que aparentar una falsa santidad. Tampoco se trata de pecar por deporte para luego arrepentirnos. No confundan, ni busquen pretextos para cubrir sinvergüenzadas. Se trata de convertirnos a Cristo verdaderamente, para que los demás puedan verlo en nosotros manifestándose de forma natural.
En resumen
Nuestro estilo de vivir debe ser lo más transparente y honesto posible dentro y fuera de la iglesia o dentro y fuera del hogar y matrimonios. No hay nada más conflictivo que vivir una doble personalidad.
Sin animo de ofender. Creo, es nuestra responsabilidad vivir correctamente delante de Dios. No solo cuando la gente nos mira, sino mucho más cuando “nadie” lo esta haciendo. Es allí donde se muestra el verdadero carácter de un cristiano.
Así que, “no pretendamos ser perfectos, pero si auténticos”.
Con aprecio,
Misael C.

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