Unidos por nuestros valores

Como padre de familia y conservador, miro con optimismo el potencial que podríamos alcanzar si dejamos de lado las divisiones menores y logramos forjar una unidad genuina. En momentos en los que el conservadurismo ha tenido influencia, la historia muestra que los logros se potencian cuando nuestras diversas corrientes logran alinearse en torno a principios fundamentales. Lamentablemente, hemos visto en los últimos meses como líderes conservadores, permiten que pequeñas diferencias se interpongan entre ellos, eligiendo distanciarse y hasta criticarse mutuamente en lugar de reconocer el valor de la unidad para alcanzar los objetivos compartidos que tanto necesitamos en Puerto Rico y Estados Unidos. Y es que cuando las diferencias se ponen a un lado en favor de los ideales que compartimos, la fuerza y el alcance de nuestra causa pueden ser transformadores y duraderos.
Imagino un movimiento en el que todos los sectores del conservadurismo no solo reconozcan la riqueza de la diversidad interna, sino que también la utilicen como una herramienta poderosa. Esa riqueza de perspectivas, desde la defensa de la familia hasta la promoción de la libertad individual y el orden social, nos da la oportunidad de conectarnos con un público amplio. Cuando conservadores de diferentes posturas trabajan juntos, atraen a más personas y fortalecen la base de apoyo, algo fundamental para hacer frente a los retos sociales y políticos que enfrentamos. En la unión está la posibilidad de construir un conservadurismo que no solo se enfoque en reaccionar a las circunstancias actuales, sino que proyecte una visión clara y firme hacia el futuro, guiada por principios comunes y una estrategia de largo plazo.
Un claro ejemplo de los efectos de la unión se encuentra en la manera en que el campo progresista, impulsado por la “izquierda”, pese a las diferencias ideológicas internas, logra consolidarse como un frente sólido en momentos críticos, incluso cuando sus propuestas carecen de una base sólida, laceran el bienestar social o recurren a narrativas cuestionables. Sin importar los desacuerdos entre sus facciones, suelen encontrar un terreno común en un mensaje único, diseñado muchas veces en torno a slogans atractivos o promesas exageradas que no siempre reflejan la realidad. Esta capacidad de alinearse en torno a una narrativa compartida, a menudo sin cuestionar la veracidad de sus argumentos, les permite influir en la opinión pública y moldear políticas que afectan profundamente nuestra sociedad. A pesar de que algunos de estos mensajes carezcan de sustento, el éxito de su estrategia unificada reside en su habilidad para simplificar sus ideas y presentarlas de forma cohesionada, lo que fortalece su impacto social y político. Esto es un recordatorio contundente de cómo, en la práctica, la unidad (independientemente de la veracidad de los planteamientos) puede ser una herramienta poderosa para movilizar a la sociedad y moldear su rumbo.
Cuando logramos trabajar como un frente unido, los resultados no solo son visibles en la política, sino también en la vida diaria de las personas. La cohesión de nuestro movimiento fortalece el mensaje hacia la sociedad: les muestra a los ciudadanos que el conservadurismo no es un conjunto de ideas aisladas o de figuras individuales, sino un esfuerzo conjunto que busca el bien común. Esta visión compartida, basada en principios y en el respeto mutuo, tiene el poder de inspirar a generaciones y de impulsar reformas que promuevan una sociedad más justa y libre.
De cara a las elecciones del 5 de noviembre, el conservadurismo tiene una oportunidad histórica. Al dejar de lado las pequeñas diferencias y apoyar las plataformas unificadas y coherentes, podemos dirigir la construcción de un gobierno transparente, de principios, que priorice los valores de libertad, familia y justicia social. Esta cohesión permitiría consolidar el apoyo de sectores que buscan un cambio real y duradero, mostrando que el conservadurismo en Puerto Rico y Estados Unidos no es simplemente una oposición, sino una propuesta seria de transformación. Los ciudadanos están buscando respuestas ante los desafíos económicos, sociales y culturales que enfrentan, y una unidad conservadora podría ofrecer precisamente la estabilidad y el compromiso que tantos anhelan.

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