La manipulación moral de Alejando García Padilla

La semana pasada el exgobernador Alejandro García Padilla en entrevistas por la radio se puso rabioso debido a la entrega de una lista (aun no ha sido confirmado que verdaderamente ocurrió) de Dominicanos indocumentados a quien se les otorgó licencias de conducir de Puerto Rico con tal de que no anduvieran en las vías sin licencia. Al hacer entrega de esta lista a agentes de “Border Patrol” estas personas ahora pueden ser apresados por ICE y devueltos a su país de origen.
De acuerdo con otra entrevista que hizo el exgobernador sobre el tema se preguntó sobre cual ley era el que se violaba por entrar al país sin permiso, seguido inmediatamente de admitir que sabía que existía una ley federal que lo decía, pero que la misma no estaba en la constitución concluyendo con “¿pero sabes qué? son mis hermanos”. Un patrón muy parecido al que usó cuando pronunció su famoso “me vale” para justificar sus posiciones cuando fue gobernador. Todo esto mientras la ciudad de Los Ángeles arde con protestas en contra de operaciones de ICE que han requerido la presencia de la Guardia Nacional de California para garantizar la seguridad de los agentes de ICE debido al nivel de tumulto que se ha manifestado en la ciudad.
De todas las cosas que ha dicho García Padilla sobre este asunto, la más en que me gustaría enfocar es la forma en que el está apelando a una autoridad moral cristiana. En pocas palabras está diciendo que los que entregan a personas a ser deportadas son malvadas. Aquí la frase en su totalidad:

Una cosa es tener una opinión fuerte sobre algo y es otra totalmente diferente usar al cristianismo de la manera en que García Padilla lo usa como un escudo con la que puede esconder su ideología. “Si no estás de acuerdo conmigo no eres un cristiano verdadero”. Esto es muy parecido a la falacia conocida como “el verdadero escocés”. La falacia queda al descubierto porque la definición del sujeto (el evangelio) es cambiado tácticamente para acomodar su propia ideología y no una establecida en el evangelio. ¿Entonces de dónde precisamente García Padilla está sacando esta nueva definición del cristianismo cuando usa como una vara de medir la moralidad de todo aquel que se atreve a exponer a un indocumentado a ser deportado?
La Vara De La Palabra
No podemos hablar sobre lo que es moral o no sin recurrir a la Palabra de Dios. La Biblia habla muchísimo acerca de la necesidad de todo creyente de “amar al prójimo como a ti mismo”. Sin embargo, como todo en la Biblia, eso tiene limitantes. Amar a mi prójimo no significa encubrir a mi prójimo. Si mi prójimo rompe la ley, ¿se supone que yo lo encubra para que no sea detenido? Si vi a mi prójimo robar un artículo en una tienda, ¿se supone que me quede callado para que no le pase nada malo? La respuesta es bastante clara que no. En ningún lado la Biblia nos pide que encubramos los errores y pecados de los demás. Está claro que Dios solo en raras ocasiones nos libra de las consecuencias de nuestras acciones y malas decisiones. Somos llamados a misericordia y por eso creamos un sistema de justicia que se supone que honre esa misericordia. El amor de Dios funciona dentro de un orden. El uso de la palabra “amor” para muchos significa abandonar todo orden por un sentimiento, pero de acuerdo con la Biblia, el amor de Dios no funciona así. Por ejemplo, Dios muestra su amor para la humanidad a través del sacrificio de su único hijo, pero solo asegura los beneficios de ese amor para lo que hacen pacto con él. Establece el matrimonio entre una mujer y un hombre bajo el mismo concepto de un pacto que se supone que sea indivisible. O sea, requiere un nivel de compromiso mayor.
¿Qué tal entonces la parábola del buen samaritano? ¿Acaso esa parábola no nos enseña que debemos de cuidar a las personas no importando de dónde vienen? Sí. Eso es exactamente lo que la parábola nos enseña. Como cristianos, nos toca restaurar a cualquier persona que se encuentra en necesidad inmediata. Tal como el Samaritano, debemos de estar dispuestos a abandonar nuestra comodidad para ayudar a una persona que ha sido herida, está enferma, tiene hambre o necesita ayuda de inmediato. Sin embargo, la parábola nos enseña algunas cosas importantes adicionales. El Samaritano se encargó de ayudar a la persona y restaurarlo hasta que pudiera cuidarse a sí mismo, no se le llevó para su casa o su pueblo, le pago a una hospedería de su propio bolsillo para que cuidaran al herido. La parábola nos enseña que no usó el dinero de otro como los que usan el gobierno como un vehículo de su supuesta “compasión” y “misericordia” es un acto de hipocresía porque el evangelio es claro que nuestros actos y nuestro bolsillo es a quien le toca actuar cuando la necesidad se aparece. Además, no existe ningún ejemplo Bíblico donde somos llamados a cuidar de personas o hospedarlas de manera indefinida.
Finalmente es importante que tengamos en mente a Romanos 13:1-3:
1.“Sométase toda persona a las autoridades superiores porque no hay autoridad sino de parte de Dios, y las que hay, por Dios han sido establecidas. 2.Por consiguiente, el que resiste a la autoridad, a lo ordenado por Dios se ha opuesto; y los que se han opuesto, sobre sí recibirán condenación, 3. Porque los gobernantes no son motivo de temor para los de buena conducta, sino para el que hace el mal.
El debate sobre inmigración es uno que está repleto de argumentos emocionales y apelaciones a la compasión. Teniendo en cuenta que un gran número de inmigrantes ilegales son personas que solo están huyendo de la pobreza y quieren mudarse a un país de mejores oportunidades económicas, debemos tener compasión por ellos y procurar que sean tratados de la forma más humana posible. Pero aceptar personas nuevas a gran escala en un país nunca es algo aislado. Las comunidades que reciben a estas personas son impactadas también. Por eso es tan importante que el proceso sea uno legal y que cada persona que entre sea vetada para asegurar que no tiene expediente criminal, no tenga lazos con terroristas y sobre todo sean personas que están dispuestos a integrarse a la comunidad existente mediante un proceso de asimilación de la cultura. Además, estas personas tienen que estar dispuestas a aprender el idioma y considerarse a si mismos como parte integral de su nuevo país. Exigir esto no hace a nadie menos cristiano.
La Biblia claramente no defiende la idea de inmigración ilegal porque nos pide que seamos obedientes a la ley. Buenas leyes de inmigración crean oportunidades de prosperidad y buen sentido de comunidad para la mayoría de las personas. Pero les acuerdo la importancia de no dejarse manipular por políticos que usan a Dios y nuestras costumbres religiosas para justificar el caos, el desorden y la desobediencia a la ley. En la mayoría de los casos estas personas no les interesa el cristianismo, pero sí les interesan nuestros votos y nuestro respaldo para sus posiciones políticas sociales y fiscales. En vez de acomodar sus políticas a los valores cristianos, prefieren tratar de manipularnos usando referencias vagas al cristianismo, apelando a emociones y jugando con el sentido de compasión que es característico de los cristianos. No caigas en el engaño y sé fiel a tus convicciones.

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