Postura con responsabilidad frente a las “Terapias de Conversión”


El primer planteamiento que debe hacerse girará alrededor de la responsabilidad reflexiva y analítica que tienen todos los seres humanos. Apelando a esa capacidad y responsabilidad se expondrá una información que, lejos de pretender despertar pasiones, su objetivo es educar, aclarar y ofrecer puntos desde los cuales la discusión o conversación esté fundamentada con información correcta.
Mucho se está discutiendo sobre el concepto “Terapia de Conversión”. Discusión que se ha llevado a los altos foros y se esgrime con pretensión de regulaciones y nuevos proyectos de ley. El propuesto proyecto 1000 que hace referencia a unas prácticas impositivas, castrantes, de maltrato e insensibilidad por parte de un sector, se ha limitado a una discusión filosófica y deja de lado unas verdades en cuanto a prácticas y procedimientos que nada tienen que ver con lo que se incluye en dicho proyecto.
Por definición, el concepto de “terapia” según la Real Academia Española en su diccionario edición #22, es el tratamiento de una enfermedad o de cualquier disfunción. Destinado a solucionar cualquier problema psicológico o enfermedades somáticas y psíquicas con la finalidad de rehabilitar al paciente realizando acciones y movimientos de su vida diaria. La misma se divide en varios renglones como intensiva, ocupacional, familiar, matrimonial, entre otros.
El concepto conversión en su raíz convertir, es definido por la misma institución antes mencionada en su edición actualizada de 2018 como “hacer que algo o alguien se convierta en algo diferente”.
¿Por qué es importante definir ambos conceptos?
Los procesos de terapia con el devenir de los tiempos, se fueron regulando para que dicha intervención fuera realizada por personas no solo con una preparación y formación para esos fines sino con un procedimiento de avalúo y credencialización que certifica que se ha completado todo un adiestramiento teórico y práctico para la ejecución del tratamiento llamado terapia.
La terapia en general, física, ocupacional, de habla, entre otros tienen, como parte de su finalidad, unos aspectos correctivos e intervenciones que asisten al paciente/cliente en la superación de aquella área en la que no está funcionando en su nivel más optimizado. Así la terapia psicológica en la modalidad de consejería o psicoterapia tiene entre sus finalidades asistir al paciente o cliente en las áreas que éste o ésta identifica que no le resultan en sintonía con su “yo”. Este punto es importante porque, el proceso de terapia, sobre todo la terapia psicológica o consejería no trabaja, y así está establecido por el código de ética de la profesión de la Psicología, con aquello que esa persona no desea trabajar.
Las intervenciones no se realizan ni se delinean basado en lo que ese profesional desea, sino en aquello que el individuo que busca asistencia desea atender, trabajar, modificar, fortalecer, aprender, entre otros. Una de las partes medulares de esto es conocer que no se puede llevar a cabo nada que la persona no desee porque esto es parte de principios éticos como Responsabilidad, Normas Morales y Legales, Bienestar de la Persona, incluidos en el Código de Ética de la Junta Examinadora de Psicólogos de Puerto Rico. ¿Qué quiere decir esto? El proyecto 1000 no hace referencia necesariamente al proceso psicoterapéutico propiamente según las instituciones reguladoras y la práctica misma lo definen y establecen. Y es precisamente aquí donde se desvirtúan los motivos reales. Es responsabilidad del profesional proteger al individuo que busca ayuda. Asistirle en lo que ha identificado desea, interesa o identifica como necesidad. Aquello que sea ego distónico, entiéndase que no está en sintonía con su “yo”, en la mayoría de los casos provoca sentimientos, emociones, pensamientos y conductas que pueden ir en detrimento de la persona misma. Razón por la cual existe, de igual forma una ley que regula ese cuidado atemperado a la necesidad de esa persona. Más aún, cuando pudiera haber algún tipo de pensamiento que pueda atentar contra la seguridad y la vida de ese individuo, la responsabilidad y competencia lleva salvaguardar los procesos para que esa vida sea atendida con el cuidado, protección y dignidad que merece.
“Convertir a las personas”
Uno de los argumentos de la terapia de conversión, que se ha convertido en punta de lanza, es que se pretende “convertir a las personas”. Si utilizamos las definiciones previamente establecidas, estos procesos no cambian a una persona de unos estados a otros, no se cambia a nadie, no hay tres pasos ni cinco formas con la pretensión de “recetas de cocina”. Se ha pretendido restar fuerza, importancia y valor a un proceso de psicoterapia que puede representar vida, salud, bienestar, cambios, crecimiento y muchos otros beneficios por una cacería de brujas de huestes gubernamentales que responden a algunos sectores y el sector religioso. El rol del pastor o líder religioso, sectores de base de fe, comunidades de fe o eclesiásticas es de acompañamiento. Existen muchos pastores y líderes que se han preparado a nivel académico para poder cubrir algunos aspectos adicionales dentro de su feligresía. Sin embargo, aquellos que no cuentan con esa preparación han unido esfuerzos con profesionales en el área que sí pueden asistirles y proveer servicios de salud mental, emocional y/o psicológica y espiritual a aquellos que así lo identifican y solicitan.
Gobierno
Al sector gubernamental le exhortamos a ser honestos en sus motivaciones y conocer cuánto sufren las personas que confrontan algún pensamiento, emoción, circunstancia ego-distónica. Ningún ser humano puede saber desde las gradas lo que vive todo aquél que recurre a la ayuda de alguien de quien espera recibirla. Y cuando esto representa la vida de alguien, cualquier profesional responsable, pastor, líder comunitario debería moverse a proteger, cuidar, canalizar la necesidad para poder así contribuir a salvar vidas. Se les encomendó la tarea de representar una sociedad. No a funcionar por intereses creados de unos pocos vendiendo moral por unos centavos e imponiendo lo que en sus propias casas no vivirían ni aplicarían. Ser honesto y transparente es tener una sola cara, una sola pieza y no vidas con dobleces a conveniencia y pago de favores.
