Eutanasia, una agenda que ya cubre Latinoamérica


La agenda de la muerte comienza a arropar Latinoamérica.
Bajo el lema de una “muerte digna” comienza a darse el debate y la legalización de forma paulatina en la región de la eutanasia. Al que muchos llaman derecho y a otros indigna, es un recurso ya legalizado en no menos de 15 países alrededor del mundo, teniendo en Latinoamérica una porción importante de esa lista que va sumando países en su haber.
El caso que hizo huella y marcó un precedente muy importante a nivel mundial fue el de Terry Schiavo, ocurrido en el estado de la Florida, un caso que sus familiares mantienen vivo por lo turbias de las circunstancias, sin embargo, para el ámbito legal fue un parteaguas en cuanto se refiere a la potestad de terceros, incluido el estado, de decidir cuánto vive una persona.
Aunque la Corte Constitucional despenalizó su práctica en Colombia en 1997, fue en el 2022 con Víctor Escobar que se presenta el primer caso donde se ejerce la eutanasia en Colombia y en Latinoamérica. Seguido de este caso estuvo uno considerablemente más mediático, el de Martha Sepúlveda.
A pesar de que la eutanasia es despenalizada en la Corte Constitucional en el año 1997, este llamado por algunos “derecho” aparece sancionado en el Código Penal colombiano y la Constitución Política donde se establece el derecho a la vida como inviolable.
En Ecuador recientemente se activó el debate con este tema, gracias a Paola Roldán quien lo impulsa tomando su caso como bandera. Aunque la eutanasia se formaliza y activa en Ecuador para 1997, Roldán busca ir más allá y que no se enjuicie a las personas que realicen las gestas por el paciente, puesto que así lo establece el Código Penal del Ecuador.
En México, el Código Penal establece específicamente la práctica de la eutanasia y el suicidio asistido como un delito. Así mismo, el Código Penal de Perú sanciona el homicidio piadoso.
Pocos medios han ido más allá de reportar la noticia. Y foros o mesas de discusión público se podría que decir que no ha habido, exceptuando por paneles conformados en actividades privadas donde se discute del tema:
En Perú ya se aprobó la primera eutanasia, a pesar de que la constitución protege la vida en todas las etapas, pero en esta oportunidad con un contexto diferente, puesto que plataformas, activistas y organizaciones feministas, estuvieron trabajando sin descanso por el objetivo de la activista y paciente de una enfermedad degenerativa Ana Estrada.
Actualmente la muerte asistida es penada hasta por 3 años de cárcel en el Perú para quien ayude a ejecutarla. Sin embargo, gracias a las gestas del lobby violeta, la causa que Ana Estrada emprendiera en el 2017, ya hoy es una realidad, y solo afinan detalles para darle una “muerte digna” a la activista quien afirma que no descansará hasta para que el que terceros le quiten la vida a alguien que lo ha solicitado, sea un derecho.
Al ser un debate eminentemente moral y ético, el proceso de implantación y normalización que pretenden sus adeptos y defensores es mucho más lento, sin embargo, los avances para quienes abogan por este recurso legal, solamente han sido de carácter administrativo en la región en su mayoría.
Éste es un debate que, aunque muchos creen que es reciente, tiene décadas dándose de forma silente y que con estas -en apariencia- pequeñas victorias, van normalizando que bien el Estado o un tercero tenga la última palabra cuando se trata de la vida humana, una causa que cuando se trata de su fin último, no es muy diferente al aborto.
La eutanasia, una conversación que todo indica, llegó para quedarse.

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